La Antártica desconoce las proporciones humanas. Sus vientos son poderosos; su frío, el mas extremo del planeta; temibles sus glaciares.
Como si el Creador no hubiera tenido tiempo de terminar este continente: ningún hombre, ninguna vegetación. Los únicos signos de vida son algunos aguerridos animales de cielo y mar.
El verano pasado, embarcamos a bordo del Almirante Viel, rompehielos de la Marina de Chile para realizar un viaje excepcional hacia el interior del continente blanco.
Cada verano, entre noviembre y marzo, el océano esta liberado del hielo permanente, un período corto que se debe utilizar eficazmente. El Almirante Viel, va a navegar en las temibles aguas Antárticas con su tripulación de noventa marinos y oficiales. Sin él, las bases chilenas en la Antártica no existirían. Buque sólido y leal, el Almirante Viel es como el cordón umbilical de todas las bases científicas y militares que vamos a visitar en este viaje.
A través de este periplo deslumbrante tendremos la oportunidad de contemplar la fauna salvaje y de compartir la vida de marinos y científicos que habitan uno de los lugares más recónditos de nuestro planeta. Podremos ver y comprender el maravilloso trabajo de protección de la naturaleza que realizan estos hombres y mujeres cotidianamente.
Lejos del resto del mundo, lejos de los intercambios y del mercado, lejos de quimeras y fortunas, la Antártica se quedó apartada del desarrollo mundial. Este viaje nos permitirá descubrir que es precisamente en esta magnífica soledad que se encuentra su formidable riqueza.
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